Desde el inicio de los tiempos, las personas han mirado a los cielos buscando el significado de la vida, además de una guía y un propósito para su destino. Al igual que los viajeros en el mar que necesitan una fuente confiable en la cual puedan guiarse a sí mismos, las personas buscan una energía firme y estable en la vida en la que puedan poner su confianza. Es así como, después de muchas noches mirando a la bóveda celeste, las culturas no solo descubrieron y nombraron los planetas alrededor de nuestro sistema, sino que también pudieron distinguir cuáles son las estrellas que se mantienen firmes en el cielo incluso con el pasar de los años.
Las estrellas en el cielo llegan a ser cientos de miles, aunque en nuestros días no podamos ver más que unas cuantas decenas al llegar la noche debido a la luz artificial a nuestro alrededor. Pero, en una noche completamente oscura, en la que el cielo esté despejado, podremos observar las mismas luces en el cielo que maravillaron a nuestros pasados hace miles de años. Esta cantidad colosal de estrellas, formaban entre ellas figuras que fueron siendo transmitidas entre las personas y los astrónomos. Posiciones, figuras y siluetas que contaban historias y personajes, que servían de una guía confiable a los que estaban perdidos de noche. Fue así como se crearon las constelaciones.
Su unión con la astrología vino al mismo tiempo, ya que se pudo encontrar la relación entre una fuente de energía fuera del mundo que nos cuidaba y brindaba su luz para guiarnos en tiempos difíciles, y las energías que nos conforman dentro de cada uno de nosotros. Pudimos entender la razón por la que sentimos serenidad y calma en una noche al mirar al cielo. Nos vemos reflejados en el cielo, no nuestra imagen, sino nuestra energía. Nos sentimos hijos del universo. Así, entonces, las constelaciones formaron parte de los horóscopos brindando su luz y energía a todas las personas que se detengan durante la noche cuando se sientan perdidos y miren al cielo. De la misma forma en que las estrellas siempre se encuentran sobre nosotros, mirándonos, su energía siempre está a nuestro alrededor, llenándonos de vida y fuerza para no detenernos y cumplir nuestros propósitos y metas.
Como hijos del universo y de las energías del cosmos, siempre sentiremos un apego por la luz proveniente del cielo que cae sobre nosotros como un suave susurro que nos dice al oído que todo estará bien. Nos hace dejar nuestros problemas a un lado, aunque sea por un minuto, para poder admirar la belleza que nos proporciona. Nos demuestra al universo a nuestro alrededor y como todos estamos conectados, y como esta conexión nos ayuda a crear grandes historias de valentía y heroísmo. Nos muestra que podemos aferrarnos a los demás en el momento en que no sepamos a donde ir, y al mismo tiempo seremos una guía para las personas a nuestro lado. Brindándoles la luz de nuestra propia energía.